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liva de la Frontera, enclavado en una enorme dehesa cuajada de jaras y encinas en la Sierra Suroeste de Extremadura, mantiene un ritmo acompasado que se acelera con la celebración de la Pasión Viviente en Semana Santa. Porque todo el pueblo se implica, de una u otra manera, en esta Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Por otro lado, la paz en movimiento del enorme Campo Oliva moviliza a los vecinos durante el resto del año. Al recorrer su enorme dehesa parece que todo fuera inamovible, pero dentro se sucede una actividad económica y de ocio que no se detiene. El Campo Oliva, además, está cuajado de estrellas. El cielo, con Certificado de Destino Turístico Starlight, tiene su reflejo en el suelo durante el día, con las luminosas jaras en flor sobre el verde profundo de sus hojas.

Oliva de la Frontera viaja en el tiempo con la Pasión Viviente de Semana Santa

Por los campos de Oliva de la Frontera han pasado durante su historia millones de viajeros, pero también ejércitos que en más de una ocasión arrasaron con un pueblo que supo una y otra vez reconstruirse. Sus actuales iglesias, casonas, paseos, plazas y su imponente Santuario de Nuestra Señora de Gracia sirven cada Semana Santa como escenario para la celebración de la Pasión Viviente.

En el Paseo de Palmeras, por ejemplo, Jesús hace su entrada triunfal en Jerusalén y en la Iglesia de San Marcos expulsa a los mercaderes el Domingo de Ramos. La noche del Jueves Santo estos mismos escenarios se reconvierten para acoger la Última Cena. La Plaza de España será entonces el Monte de los Olivos y las escalinatas del Ayuntamiento entran en escena porque allí se desarrolla el Juicio ante Caifás.

El Viernes Santo se suma como escenario la Ermita de la Virgen de Gracia donde tiene lugar la crucifixión, el mismo lugar donde se reunirán para celebrar el Domingo de Resurrección. Este día marca el fin de una fiesta en la que ponen muchas horas de trabajo más de 500 personas. En las escenografías, la elaboración de los trajes, los guiones, actuaciones y hasta en los extras, pues los vecinos se acercan vestidos con indumentaria de la época. El viaje en el tiempo de cada año queda además recogido por las cámaras fotográficas, muchas de estas imágenes participan en un concurso anual y son una prueba de la implicación de Oliva de la Frontera en su fiesta más grande.


Aunque ninguna otra festividad se iguala a la Pasión Viviente, Oliva de la Frontera mantiene cada 24 y 25 de abril la Candela de San Marcos, cuyo origen es tan remoto como la llegada de los celtas a estas tierras. La romería de San Isidro Labrador y la Feria de la Dehesa reivindican el carácter rural y la importancia del entorno. El Día de la Virgen y la feria de la localidad completan el calendario festivo.

La historia de los mochileros forma parte de la historia de La Raya

La frontera entre España y Portugal ahora difuminada fue durante muchos años el enclave para una actividad de subsistencia en toda La Raya, el contrabando. Muchas personas se arriesgaban durante las noches para cruzar sin ser vistos y volver del país vecino con su cargamento de café u otros productos. Era una actividad peligrosa que dio lugar al término mochileros por los sacos que cargaban estas personas a la espalda con hasta 30 kilos de peso. Para recordar a los que participaron en esta actividad y que dieron de comer a muchos de los habitantes de la localidad, en la Casa de la Cultura se encuentra el Centro de Interpretación Las Fronteras, con elementos de la época, historias y anécdotas. Tiene información en español y portugués, que pone en evidencia una vez más la íntima relación entre países.

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